domingo, junio 27, 2010

Dulce tortura

Polvo de oro en tus manos fue mi melancolía
Sobre tus manos largas desparramé mi vida;
Mis dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
Ahora soy un ánfora de perfumes vacía.
Cuánta dulce tortura quietamente sufrida
Cuando, picada el alma de tristeza sombría,
Sabedora de engaños, me pasada los días
¡Besando las dos manos que me ajaban la vida!

Alfonsina Storni

Teachings

Time after time, life has relentlessly taught me something: the kind of guys I'm attracted to, tend to be the ones that are actually not attracted to me.

Since the beginning I' ve been trying to prove that life was wrong.

sábado, junio 26, 2010

Faisán o hambre

Es así. Nada más me queda. Es parte de mi naturaleza irreversible.
Que los demás paren de hablar, que dejen por favor de decir estupideces, que paren de hablar con la panza llena de faisán.

Acá hay hambre de hambruna. Inabarcable. Impostergable.

sábado, junio 19, 2010

Nada más importante

El médico andalusí Ibn Hazm definía a este mal como la enfermedad rebelde, la única de la que el paciente no desea curarse ni recuperarse. El mal de amores, decía, sólo con amor se cura.

El sarraceno Avicena, en su Liber Templorum agrega que el amor no constituye una enfermedad en sí, pero el amor se torna enfermizo cuando, al no ser satisfecho, se convierte en un pensamiento obsesivo que provoca una respiración irregular, risas y llantos intempestivos y la aceleración del pulso. Su remedio: unir a los amantes en matrimonio, con lo que el mal estaría curado.

Por su parte el bávaro Harald de Neuburg atribuía el mal de amor en los varones a una mera abundancia de humores y de pneuma, o sea al exceso de humedad y calor en el organismo, y afirma también que cuando la facultad estimativa se perturba sobremanera y ya sólo se nutre con el fantasma de la persona amada estamos en presencia de un enfermo de amor. Entonces se produce una inflamación del alma entera y del cuerpo, y la tristeza alterna con la alegría, porque el calor sube desde lo más profundo del cuerpo en los momentos de alegría e inflama el rostro.
Como cura, Harald aconseja tratar de perder la confianza y la esperanza de unirse al objeto amado, para que el pensamiento fuese alejándose de él.

Finalmente, Aurelio della Gianoli postula sin temor a equivocarse que el amor realza la magnificencia de los sentidos, y que el enamorado logra en su unión con el otro una sensibilidad aumentada que le permite admirar la vida como si antes hubiera estado ciego o dormido. Por eso los enamorados sonríen ante la vida y la multiplican; todo lo afrontan y no hay fuerza aquí o en los círculos más allá del mundo que pueda desafiarlos.

No hay más dios, ni nada más importante, afirma, que éso.

miércoles, junio 16, 2010

Las cosas simples de la vida

No creo que la felicidad resida en las llamadas cosas simples de la vida. La felicidad tampoco es subjetiva. Todos queremos en mayor o menor medida lo mismo. Es decir lo imposible, lo que nos falta, lo que no tenemos.

Las supuestas cosas simples de la vida son las más complejas e ininteligibles. La relatividad está explicada. La órbita de Marte está calculada. La revuelta de los bóxers y el triunfo de César en Alésia son tan perfectamente asequibles como lo fueron en mi cuarto año los enlaces covalentes. Sólo resta entender. Pero no se podrá nunca abarcar lo que subyace a la cotidianeidad. Lo aparentemente rutinario, vulgar y hasta hogareño es desestimado y entre esos corpúsculos de realidad se nos escapa la fórmula de la creación.

¿Quién podría jactarse de pesar todas tus miradas aquel fin de semana que pasamos juntos?. ¿Y acaso no es para mí un concierto el silencioso sube y baja de tu respiración a mi lado, con los ojos cerrados y una sonrisa que se adivina?. Que alguien me cante la ecuación de los afectos; quiero conocer el teorema inédito de tus amores imposibles. Quiero la tabla de calcular mis fracasos; necesito que alguien me explique por qué si existe el azar y los dados, que para los árabes son uno y lo mismo, yo me encuentro acá solo y desde mi escritorio sumo y permuto combinaciones infinitas de dolores, cafés solitarios, libros, estantes, cuadernos, apuntes, pasillos, tesis, citas y webs.

domingo, junio 13, 2010

Quiero que sepas

No es tarde.

Sé que de alguna manera sabrás de esto. Las madres lo intuyen todo. Antes no hubiera podido decírtelo: yo no estaba listo y vos tampoco. Tu enfermedad fue siempre cruel, acaso menos que tu propia vida. Quiero que sepas que siempre me hiciste falta, y que esa ausencia no se borrará jamás. No es un reclamo, es una triste apreciación del presente.

Estoy lleno de "hubieras". Me hubiera gustado estar más seguro de que me quisiste. Me hubiera gustado que me lo demostraras más. Me hubiera gustado que hubieras tomado el toro por las astas y así tal vez se hubiera podido salvar algo de la familia. No te culpo por no haber podido, porque ya habrás constatado que llegamos desamparados a esta vida amarreta y nos llenan de números y de letras pero ah!, perqueño detalle: no nos enseñan lo principal, que es cómo vivirla. Me hubiera gustado que, antes de irte, me hubieras necesitado. Hubiera ido corriendo. Yo necesitaba eso, tal vez como confirmación de que, en el fondo, muy en el fondo, me querías. Voy a vivir con esa duda, pero voy a tratar de que no me atormente. No es eso lo que me cuesta en estos días, ni me costará de aquí en adelante.

En estos días, no sé por qué, siento tu ausencia. Es extraño, no la había sentido nunca desde que me fui de casa. No la sentí tampoco cuando me avisaron que finalmente habías dejado de sufrir. Pero la cuestión es que la siento. Percibo ahora tu muerte y no sé por qué pienso en vos. Acaso quiero creer que algunas de las cosas buenas que me están ocurriendo son, en parte, mimos tuyos que me enviás desde allí, desde donde sueño que estás.

Me cuesta reafirmarme en la vida. Me balanceo y me muevo de a ratos por ese borde extremo de pasión general y desgano absoluto; tan extremos, tan típicos de mi carácter. Me cuesta seguir y sé que no soy el único ni el que peor está. Sé que la vida es, para la mayoría, un tramo cuesta arriba que no termina nunca. Pero me duele porque tu ausencia original me marcó y ahora se multiplica por millones en extensión, en profundidad, en peso.

Quiero que sepas que no hay rencor, que ya no hay odio en mí. Quiero que sepas que el viernes te prendí una velita y dormí con su luz hasta que se apagó. Lo hice porque sentí tu ausencia y porque era la forma que encontré entre el desorden de mis creencias, para simbolizar eso que sentía.

Quiero también que sepas que hay gente por acá que por suerte ha visto el fondo de lo que soy, y por eso me aprecia y me cuida. No estoy tan solo como yo creía. Y sin embargo, me falta compañía. Quiero seguir creyendo que estos mensajes te llegan. Que me mirás y que me comprendés como yo llegué a comprenderte. Y que tal vez algunas de las cosas buenas que me están pasando tienen un empujón tuyo. Así, con esa ilusión, podría seguir adelante y hacer como que la soledad y su persistencia no me hagan aflojar. En el fondo, lo saben algunos, quiero vivir. Y mucho. Quiero levantarme.

lunes, junio 07, 2010

Midgarthormr

Sin fin el mar. Sin fin el pez, la verde
serpiente cosmogónica que encierra,
verde serpiente y verde mar, la tierra,
como ella circular. La boca muerde
la cola que le llega desde lejos,
desde el otro confín. El fuerte anillo
que nos abarca es tempestades, brillo,
sombra y rumor, reflejos de reflejos.
Es también la anfisbena. Eternamente
se miran sin horror los muchos ojos.
Cada cabeza husmea crasamente
los hierros de la guerra y los despojos.
Soñado fue en Islandia. Los abiertos
mares lo han divisado y lo han temido;
volverá con el barco maldecido
que se arma con las uñas de los muertos.
Alta será su inconvebible sombra
sobre la tierra pálida en el día
de altos lobos y espléndida agonía
del crepúsculo aquel que no se nombra.
Su imaginaria imagen nos mancilla.
Hacia el alba lo vi en la pesadilla.

J. L. Borges

martes, junio 01, 2010

Todavía deambula este llanto

Todavía deambula por acá este llanto,
por acá se pasea, sola, la sombra inevitable;
indiferente a mis humillaciones,
desvaríos y quebrantos.
Todavía anida el sabor áspero de la partida;
que se marea y se repite
en la rueda de los días.
Todavía se quedan aquí las lágrimas;
no tiene fin, no se agota hoy la desolación,
sigue creciendo su andamiaje
son así mis penas, precoces.
Y todavía anidan todas juntas,
en la colmena ajetreada de mis fracasos.
Aún queda resto para llorar,
sobran, inéditos, miserias y desencanto.
Todavía late, insondable, la herida:
porque si la vida es ahora un espanto,
tiempo perdido, amigo querido,
qué me importa a mí este llanto.