viernes, octubre 26, 2007

Nórdica

Quiero el invierno de guantes y bufandas,
mesas con amigos, vino y calor.
Quiero chocolate en la noche larga,
canto de walkyria guerrera
que cabalga por guerra y dolor.

Quiero las mañanas blancas de gente fría,
índigo glaciar en cielo agreste,
noche fría que consuela el alma
por los días de joven muerte.

Quiero tu azul de nórdico,
ésta es tu libertad:
fiordos, icebergs,
ojos grises,
sagas terribles
y guerreros del mar.

Dadme almas

El cura director jamás dejaba entrar a nadie a su biblioteca. En el dintel de la puerta estaba el cuadro de Don Bosco y su lema: “Dadme almas, llevaos el resto”.

Nosotros no le hicimos caso: entramos furtivamente un 25 de Mayo, cuando todos estaban cantando el himno. Lo último que recuerdo es un pasillo interminable, abarrotado de libros y de esqueletos dispersos enfundados en guardapolvos escolares.

No lo lean

Supe de la existencia del papiro por Inés. Un sábado, me despertó llorando por el teléfono, vomitándome entre lágrimas que su marido se había suicidado.

Corrí hasta la casa de Ernesto. Su señora me abrió la puerta, llorosa y despeinada. Ernesto yacía en su escritorio, con la cabeza sobre la mesa y la mano aún sosteniendo la lapicera, que se detenía en la última frase que había legado, antes de matarse: “no lean el papiro”.

lunes, octubre 22, 2007

Coincidencias

Un rey decreta que los sacrificios humanos para solicitar lluvias o benevolencia de los dioses era una barbaridad, y los prohibe. Al mismo tiempo, en su mismo reino, sacrifica a fuego lento y tortura a los que no piensan como él o a los que no profesan su religión. Hizo todo esto con la misma energía y celo.

Un sacerdote predica la humildad y habla de un dios vivo. En una mano blande el símbolo de su credo de vida: un hombre ensangrentado y clavado en un madero en forma de cruz. En la otra, los anillos refulgen como símbolo de su verdad. Millones lo siguen.

Un hincha de un deporte mundial grita fuera de sí: ¡qué grande mi tierra!. Mientras tanto, el nuevo dueño de la mitad de esas tierras piensa para sí, satisfecho: “qué grandes mis tierras”.

sábado, octubre 20, 2007

La paradoja Camusiana

No he leído nada de Albert Camus, aunque por supuesto, oí de él. Hace poco dí con este artículo sobre su pensamiento y me sentí tan identificado con él, que quedé sorprendido, de sus palabras y de mi ignorancia.
...

"No hay más que un problema filosófico realmente serio: el suicidio". Con este disparo, Albert Camus (1913-1960) inicia su ensayo 'El mito de Sísifo', sin duda uno de los libros más influyentes de mediados del siglo XX. Si la vida no tiene sentido ni propósito, ¿para qué seguir viviendo?. Camus afirma que al suicidio siempre se lo trató como un problema social. Para él, era una cuestión existencial -la única que verdaderamente cuenta.

Un suicidio 'es preparado en el silencio del corazón del mismo modo que una gran obra de arte'. Morir a manos de uno mismo implica reconocer 'la falta de toda razón auténtica para vivir...y la futilidad del sufrimiento'. En ausencia de un dios o de un 'juez' divino, el ser humano se vuelve a la vez el acusado y su propio juez, y tiene el derecho de autocondenarse. Kierkegaard, Dostoievski, Kafka, Husserl y otros escritores que enfrentaron este absurdo, rechazaron la opción del suicidio y así de reconciliaron con lo irracional.

Según Camus, esto los fuerza a aceptar que el afán humano de comprensión será negado y que el hombre permanecerá en un estado permanente de humillación. En este punto Camus se vuelve crucial. Dice que no es mediante el suicidio como un ser humano se enfrenta con el absurdo, que hay que 'morir sin reconciliarse y no en forma voluntaria. El suicidio es una falta de comprensión. De hecho la vida consiste en mantener vivo el absurdo, y para eso básicamente hay que observarlo'. Vivir el absurdo significa, por sobre todo 'una falta total de esperanza (que no equivale a la desesperación), un rechazo permanente (que no equivale a la renuncia) y una insatisfacción consciente (que no es lo mismo que la ansiedad juvenil)'.

De ello se infiere esta aparente contradicción: 'La vida será vivida más plenamente en la medida que no tiene sentido'. La falta de esperanza libera al hombre de toda ilusión acerca del futuro, y entonces es capaza de 'vivir su aventura dentro de los límites de su tiempo de vida'.

-David Zane Mairowitz
(adaptado de Camus para principiantes)

viernes, octubre 19, 2007

Diario Íntimo

Eduardo escrutaba el diario personal de su mujer con parsimonia. Hacía días que lo venía espiando. Cuando comenzó, sólo buscaba dos cosas, como todo hombre casado: qué decía ella de su sexo, y si le metía los cuernos.

Pero en aquellas páginas amarretas no aparecía nada de eso. Día tras día Elisa había ido anotando con precisión suiza todas las tareas de la casa. Tan simple y tan estúpido como eso. Eso, y la caligrafía, que se volvía cada día más errática e ininteligible.

El diario terminaba, obviamente, en la noche del día anterior. Eduardo sintió un escalofrío. Allí, con una letra desquiciada y totalmente desprovista de emotividad se podía leer: "20 gramos de cianuro en el arroz de Edu antes de servirlo.".

lunes, octubre 15, 2007

Quiero olvidar que vivo: llévame a donde sea…
Y una noche triste, cuando no me quieras,
Secaré los ojos y me iré a bogar
por los mares negros que tiene la muerte,
para nunca más.


-Alfonsina Storni

miércoles, octubre 10, 2007

Al Andalus

Tan improbable es que exista el hipogrifo
como que alcancen su esperanza los amantes.
Mi relación con la belleza
es que soy uno de los que ha matado.
Los censores darían sus consejos si fuesen aceptados;
La espada de los ojos, ¡ay!, de Musa
a sus censuras se anticipa.
Quise aprender a curarme del amor
y me enseñaron sus ojos enfermedades y dolencias.
Oh tú por quien mis frases son todas de deseo:
"es posible", "ojalá",
y mis poemas son todos amorosos,
me prohíbes, despierto, que devuelva el saludo
y no me atrevo en sueños a molestarte con mis besos.
Ha vestido mi cuerpo el pálido color de la enfermedad,
que cambiaría si calmases mi sed
con el néctar de tus labios rojos.
Hacia ti se dirige mi deseo, que tú no sientes,
se han consumido ya las rimas, las lágrimas y mis recursos.

Ibrahim Ben Sahl