martes, mayo 18, 2010

Nadie lo lee

Solo. Mirando hacia la ventana. Hacia la nada. Viajando solo, en micro, en vida. Así fue siempre. Una mierda. ¿Quién se da cuenta?. Nadie. O tal vez sí, pero, ¿quién vale perder un colectivo, un subte, un minuto de la vida?.

No es cuestión de vivir por vivir. Perdurar a cualquier costo. Vivir a cualquier precio, aún cuando sentís que la felicidad te fue arrebatada para siempre, no es una agradable elección. En el fondo ni siquiera es una elección. Nos acontece, como a otros les acontece la felicidad. Tal vez por eso para los ingleses la felicidad -happiness- se parece tanto al acontecer -happening-. Por algo será. Allá los anglosajones, con su sabiduría perversa, entretejieron una gran verdad.

Pero tal vez no será hoy ni ahora. Dicen que cada día que nace es una esperanza que se renueva; cada noche, entonces ¿qué será?.

Mi existencia fantasma, no obstante, enturbia la vida de algunos allegados. Me incitan, intentan postponer con argumentos pueriles mi anhelo por una muerte aplacadora. Pero hoy no están. Yo, así como me ven, apetezco más el cementerio que la urbe. La vida que aquí late no me pertenece, no me la merezco. Por muy digna que sea, no vale por sí misma. Se juega su precio todos los días a alegría y tristeza. Cuando la balanza se inclina, la ficha ya está puesta.

Intento ejercitarme en esa disciplina ostentosa y tenaz llamada vida. No soy bueno ejecutándola: en treinta y tantos años no logré arrancarle ni medio año de felicidad compartida. La peor desdicha ha sido el permanente adiós. La soledad intransigente.

Nadie lo sabe. Pocos lo sospechan. Se confían, como en el poema tampoco leído, en lo alegre de la risa. Se olvidan de que casi siempre, si el dolor te devora, el rostro ríe, pero el alma llora.

Hoy. Aún no. Falta valor. Los argumentos son exangües. El peso del dolor inclina la decisión irrevocable.

Nadie lo sabe. Nadie lo lee. Todos son ajenos al imperturable y silencioso vendaval que me conmueve. Y tengo miedo ¡quién no lo tendría!.

Acaso sea éste el último escrito. Lo mismo dá. Nadie lo sabe. Nadie lo lee.

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