sábado, julio 04, 2009

Barbijos mentales

Hay en el país una inconmensurable abundancia de estupidez. Los medios y los grandes laboratorios, junto con otras muchas grandes empresas lo saben. El resultado casi inevitable de esta ecuación es la gripe porcina, entre otras tantas histerias. Nunca sabremos si fue creada en laboratorio, como nunca sabremos quiénes mataron a Kennedy, aunque la verdad, muchas veces, se intuye.

He visto gente al borde de un ataque de nervios, sintiendo realmente como si la parca anduviera por la calle a plena luz del día. He visto a imbéciles de toda edad y nivel socioeconómico agotar reservas de alcohol en gel; he visto a estúpidos de toda laya pontificar sobre los peligros del mal porcino y sobre las medidas que se deberían tomar. He visto, por último, a médicos que callan y dicen, como los medios, sólo una parte de la verdad, lo cual es, al fin y al cabo, lo más parecido a la mentira.

Sólo importa actuar, si la tele lo dice, hay que comprar barbijos y gel. Nadie une ideas, nadie razona, nadie investiga un poco más. 44 muertos por deficiencias respiratorias o inmunológicas ponen en alerta máxima a un país. Lástima que no ocurre lo mismo cada año con los 3000 que mueren de gripe común, o las decenas de miles que fallecen por accidentes de tránsito. No hay mente, ni pensamiento, ni espíritu crítico. Es el instinto puro, es el imbécil, el neocavernícola, el summun de la idiotez.

Pero el experimento ya está hecho: ahora sabemos que basta hacer sonar una alarma para que el rebaño salga corriendo a comprar lo que se diga, y se ponga barbijos y enjuague sus manos hasta el hartazgo con gel. En otra ocasión -porque habrá otras, a no dudarlo- serán otros los productos a consumir en la histeria programada.

Pero la estupidez se paga muy cara. Ahí están los yanquis con su adorado Bush. Ahí los alemanes con Hitler y nosotros, con De la Rúa y, más cerquita en el tiempo, los porteños con don Macri, quien, recordemos, vetó la ley que creaba un laboratorio porteño que crearía medicamentos genéricos y que hoy podría estar abasteciendo de gel al rebaño pelotudo.

Pero no se preocupen: cuando los estúpidos se queden en sus casas, dejen de consumir, ahí sí, ya verán, la gripe porcina pasará a la historia. Porque los que mueven los hilos pueden tolerar cualquier cosa, menos que se deje de consumir.

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