El cura director jamás dejaba entrar a nadie a su biblioteca. En el dintel de la puerta estaba el cuadro de Don Bosco y su lema: “Dadme almas, llevaos el resto”.
Nosotros no le hicimos caso: entramos furtivamente un 25 de Mayo, cuando todos estaban cantando el himno. Lo último que recuerdo es un pasillo interminable, abarrotado de libros y de esqueletos dispersos enfundados en guardapolvos escolares.
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