sábado, abril 26, 2008

Volver

De tanto en tanto las ensoñaciones y los olvidos que yo mismo me tejo se deshacen, misteriosa y súbitamente. Entonces lo recuerdo todo: que estoy vivo, que respiro, que tuve un pasado que se proyecta tenazmente en mi presente. Y también está ella, la sombra de la que hablaba Borges, la desdicha que se asoma cada tanto para recordarme que ella ha recibido el arduo mandato de perseguirme con obstinación.

Si pudiese, lo haría. Viajaría en el tiempo y volvería a ese enero de 1998, esa fecha que todavía me emociona. Si nada cambia de aquí al día de mi muerte, que siempre presumo cercano, quisiera morir recordando ese instante. Y después volverme espíritu, un puro recuerdo que aletea para que las miserias y las indignidades de la vida material ya no tengan poder sobre mí, para que ya nada pueda indignarme o entristecerme. Seré así, como hoy, el recuerdo propio e inmortal de una felicidad que pasó por acá en puntas de pié, como colándose en un descuido de los dioses.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enero de 1998...no se qùé estaba haciendo yo..